Univision | Puerto Rico 2.0: Cómo el huracán María podría salvar la isla

Como hispanoamericano de ascendencia puertorriqueña, observé con una sensación muy personal de pérdida que un pronóstico tras otro confirmaban que el huracán María iba directamente para Puerto Rico. En los días y horas que precedieron a María, un equipo en la NHCLC empezó a movilizar nuestras iglesias en los Estados Unidos y nuestros líderes en Puerto Rico para preparar recursos y personal de ayuda de emergencia. Lamentablemente, como todos sabemos ahora, el resultado ha sido aún más grave de lo que habíamos temido.

Una de las razones principales por las cuales la tormenta fue tan devastadora es la deuda de más de 70,000 millones de dólares de Puerto Rico, que ha dejado al gobierno con opciones imposibles. Cuando se trata del mantenimiento de la infraestructura básica, los servicios públicos como la electricidad, el agua potable y la limpieza de desechos públicos han necesitado reparación durante años. El desempleo se había disparado y, con pocas perspectivas de empleo en la isla, Puerto Rico estaba sufriendo de un éxodo masivo de la clase profesional en busca de oportunidades en el continente. El desempleo y el éxodo de trabajadores hundieron los ingresos fiscales, empeorando una situación financiera que ya era sombría.

Ahora, Puerto Rico está en ruina completa. El titular del Washington Post citó a la comisionada residente de Puerto Rico, Jenniffer González, diciendo: “El huracán María puso a Puerto Rico décadas atrás”.

Aun cuando María ha desestabilizado a Puerto Rico, este desastre debería y podría catalizar el renacimiento de Puerto Rico a largo plazo. Incluso antes del huracán, Puerto Rico se deslizaba hacia atrás. Ahora, con gran parte de la isla destruida, no hay otra opción que seguir adelante y reconstruir, y hacerlo con más fuerza y más imaginación que antes.

Hay tres áreas principales donde la destrucción de María podría resultar en lo que estoy llamando Puerto Rico 2.0: Infraestructura, empleo y unidad política.

Esta es la oportunidad de Puerto Rico para modernizarse y soñar con valentía sobre lo que podría ser su futuro. A medida que la administración de Trump logra liberar recursos financieros del gobierno federal para reconstruir las zonas afectadas, todos los esfuerzos, realizados en conjunto con funcionarios locales, deben ser tratados como un Plan Marshall de facto –imitando el plan aplicado para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

El Plan Marshall tenía el doble objetivo de no solo reconstruir calles, edificios y puentes, sino de restaurar los fundamentos económicos de Europa Occidental. Los mismos principios deben ser aplicados a Puerto Rico. Energías naturales, como el viento y los paneles solares, pueden ser construidas para reemplazar y complementar las plantas de energía que han sido abandonadas, reduciendo los costos crecientes de la energía en la isla. Mientras tanto, las innovaciones en el tratamiento del agua, sistemas de saneamiento, fibra óptica y telecomunicaciones pueden conducir a otras mejoras duraderas.

Este esfuerzo de reconstrucción también tiene el potencial de mejorar las perspectivas del empleo en la isla. Reconstruir lo que se ha destruido requerirá mano de obra, y de acuerdo con los números más recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales, la tasa de desempleo de Puerto Rico se sitúa alrededor del 11,5%, más del doble del promedio nacional. Si bien esto ha sido una mala noticia para los residentes locales en los últimos años, es una buena noticia para las compañías que necesitarán trabajadores disponibles para construir y mantener nuevos proyectos de infraestructura. Esta fuerza de trabajo puede ser entrenada en tecnologías nuevas y emergentes, marcando una nueva revolución industrial para Puerto Rico que puede frenar e incluso invertir el éxodo de profesionales educados de Puerto Rico.

Políticamente también, esta es una oportunidad para unificar el gobierno de Puerto Rico, que ha pasado gran parte de la última década dividido sobre el tema de la estadidad. Ahora hay una prueba más urgente e inmediata que cualquier otra que se presente a los líderes de Puerto Rico: reconstruir su hogar y restaurar su modo de vida. Esta misión unificadora puede reunir a representantes de ambos lados de este debate.

Y, finalmente, si María se convierte realmente en el catalizador de Puerto Rico 2.0, gran parte de ese trabajo pasará a través de la iglesia. Los puertorriqueños, considerados en su conjunto, son un pueblo de gran fe y, frente a tantas pérdidas, es la fe del pueblo la que los conduce a través de estas pruebas.

Como presidente de NHCLC trabajo con algunas de las comunidades de fe más grandes y vibrantes en Puerto Rico, incluyendo nuestro capítulo local de NHCLC dirigido por el Dr. William Hernández y el Rev. Israel Bermúdez, y con iglesias como la Iglesia de Dios M I. Las iglesias sirven como centros naturales de comunidad, y estos hombres y estas mujeres ya están asumiendo roles de liderazgo aún más prominentes, desempeñándose admirablemente en el nexo de ayuda, recursos y necesidad.

He sido testigo de la resiliencia del espíritu puertorriqueño. Es mi patrimonio, y como todos los puertorriqueños, estamos orgullosos de lo que somos y de dónde venimos. María no disminuirá la isla ni nuestra identidad como pueblo. De la misma manera, no podemos permitir que este desastre natural nos haga retroceder décadas, eso es simplemente inaceptable.

Este momento de la historia debería servir como el gran reajuste que catapulta a Puerto Rico hacia el futuro.

Rev. Samuel Rodríguez es Presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano. Ha sido nombrado por CNN y FOX News como “el líder del movimiento Hispano Evangélico,” y la revista TIME lo nominó entre los 100 líderes más influyentes de Estados Unidos.

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