Univision | La política: un deporte de sangre

Es una expresión común de nuestro tiempo: la política es un deporte de sangre. Es algo que se ha repetido tantas veces en los últimos tiempos desde los podios y en los artículos de noticias que muchos han llegado a tomarlo como la verdad. De hecho, si usted busca la expresión en Google, la consulta le rendirá más de 235,000 resultados.

Es una imagen retórica diseñada para expresar lo apasionado y rencoroso que puede ser el proceso político. Desafortunadamente, después del tiroteo del miércoles pasado en Virginia, que dejó gravemente herido al representante Steve Scalise, junto a otras cuatro personas, esa expresión ha adquirido un nuevo y más terrible significado.

Es hora de que todos nos veamos en el espejo y nos preguntemos: “¿En qué tipo de nación nos hemos convertido?” Sería fácil ignorar esto como la obra de un asaltante perturbado y desquiciado de Illinois. Igualmente, sería fácil dejar que las lecciones de Alexandria se desvanezcan en la memoria y simplemente retornar a la obra de vilipendiar y demonizar a nuestros oponentes.

Pero esta vez no podemos permitir que eso suceda.

Durante los últimos dos años –y probablemente las dos últimas décadas– hemos estado en un rumbo de colisión con la violencia de ayer. No es ningún secreto que estamos viviendo en el tiempo político más venenoso que la mayoría, si no todos nosotros, podamos recordar.

Tal vez empezó con Whitewater o con la impugnación del presidente Clinton. Quizás fue agravada durante la elección contenciosa de George W. Bush. Tal vez la tapa fue arrancada después de los atentados del 11 de septiembre y dos prolongadas y costosas guerras en el Medio Oriente. Tal vez el fracaso total de la cooperación entre los demócratas y los republicanos durante los años de Obama es el culpable. Tal vez fueron los tuits del presidente Trump y la “bolsa de deplorables” de Hillary Clinton los que colocaron una cuña final entre nuestros dos principales partidos políticos. O tal vez simplemente nos hemos acostumbrado tanto a la incivilidad política de nuestros días que ya no podemos recordar un tiempo más amable y refinado.

Es justo preguntarse si es posible ganar una elección nacional sin “meterse en el lodo”, pero todos nosotros debemos reconocer el papel que hemos jugado en la creación de este clima:

Cada vez que nos hemos dedicado a “la política de apuntar con el dedo”, e ignoramos las cortesías comunes que extenderíamos a un extraño en la calle; cada vez que hemos ignorado el razonamiento de un enemigo político sin reconocer un argumento bien hecho; y cada vez que hemos vilipendiado y demonizado a un individuo porque tiene un punto de vista contrario al nuestro, hemos puesto gota a gota, gasolina sobre el fuego.

Ahora, después de que un tirador se encuentra muerto y cuatro de sus víctimas se recuperan de heridas de bala, se nos presenta una oportunidad agridulce de cambiar de rumbo como nación.

Apenas horas después del tiroteo, mientras se dirigía a la cámara del Congreso, el presidente de la cámara, Paul Ryan, formuló elocuentemente su llamado a la unidad: “Todos somos imperfectos. Pero no perdemos nuestra humanidad cuando entramos en esta cámara. A pesar de todo el ruido y toda la furia, somos una familia”. La líder de la minoría de la Cámara, Nancy Pelosi, se unió al sentimiento de Ryan al informar a sus colegas que rezaba por la seguridad de todos ellos. Incluso llegó a decir, “Ruego por Donald Trump, que su presidencia sea exitosa, que su familia esté segura”.

Son tonos de voz y cortesías tan ajenas a nuestro discurso político moderno que aparentemente pertenecen a un tiempo atrás, un mundo de blanco y negro. Sin embargo, aquí estamos, sacudidos por un acto tan atroz y chocante que nos vemos obligados a volver a las costumbres que nuestros padres nos enseñaron desde niños.

Si alguna vez hubo un evento que pudiera despertar a la nación del status quo político de luchas internas, el tiroteo en Virginia debe ser ese momento. Me uno a la líder de la minoría de la Cámara en la oración por la seguridad de todos nuestros líderes políticos y por el Presidente Trump y su familia. Y aunque es terriblemente doloroso, también rezo para que algún día miremos a los acontecimientos de la semana pasada como el día en que nuestra nación recordó que la civilidad y el respeto mutuo no son signos de debilidad, sino más bien un reflejo de la fuerza subyacente de nuestra república.

Si es cierto que la política es un deporte de sangre, tal vez todos estamos de acuerdo en que somos parte de una familia, y como dice otro refrán, la sangre es más espesa que el agua. Estoy de acuerdo con la líder de la minoría en el Congreso. Ante una ovación de pie del Congreso, ella concluyó sus declaraciones diciendo, “porque se trata de la familia, estamos llamados a un propósito en este cuerpo. Es una gran cosa”.

El Rev. Samuel Rodríguez es presidente de la Conferencia Nacional Hispana de Liderazgo Cristiano. Ha sido nombrado por CNN y Fox News como “el líder del movimiento hispano-evangélico” y TIME Magazine lo nombró entre los 100 líderes más influyentes en América.